Análisis ético de los pacientes terminales.
1- No se debe confundir terminalidad con incurabilidad, las enfermedades crónicas son potencialmente incurables, hay que luchar por una mayor calidad de vida.
2- No son o no pueden ser calificados de terminales los enfermos en estado vegetativo
persistente. Son de la categoría enfermos incurables incapaces, aunque no tienen su muerte próxima. Pacientes en estado vegetativo permanente están despiertos pero inconscientes.
En el de estado de coma, en la muerte cerebral, el paciente permanece en un estado similar al sueño, es una situación de inconsciencia permanente, ausencia de funciones de la corteza cerebral.
3- La enfermedad terminal está irreversiblemente unida a la muerte próxima, es decir hay que proporcionarle los cuidados físicos y psicológicos necesarios, además de esmerarse en disminuir el sufrimiento y la inseguridad, así como acompañar hasta el final al enfermo agonizante.
4- La atención del paciente terminal está dirigida más que nunca, a la persona, no a la cura del estado fatal. No es preservar su vida, sino simplemente asistirle; y ello en base al derecho que tiene toda persona a recibir unos cuidados mínimos en atención a su dignidad.
5- Entre los cuidados básicos para mantener la vida humana se encuentra la hidratación, la alimentación y la higiere.
6- La Hidratación por sonda nasogástrica o por vía endovenosa, en determinados supuestos, proporcionaría un mayor bienestar al paciente al evitar fuentes de incomodidad física, como por ejemplo la sequedad en la boca, la dificultad para eliminar secreciones bronquiales, etc; desde el plano psicológico le permitirá percibir una preocupación por su estado, por parte de los médicos y demás personal del hospital. Sin embargo a veces resultará suficiente el uso fraccionado de lìquidos y el control de la sequedad de la boca a través de los cuidados habituales, con la ventaja añadida de evitar la incomodidad de la sonda nasogástrica y-o sueroterapia.
Cuando el paciente está en estado agónico, la hidratación nasogástrica o endovenosa puede ser un cuidado generador de incomodidad, entonces es mejor humedecer la boca, y en todo caso, satisfacer las demandas que haga el enfermo.
7- La alimentación puede ser entendida como cuidado mínimo cuando se produce por vía nasogástrica, e incluso por gastrostomía. Aunque la alimentación parenteral ha de ser valorada como cuidado extraordinario ya que carece de sentido proporcionar en esta situación una alimentación de este tipo. En pacientes en estado agónico, es innecesario preocuparse por la alimentación, es una falta de sensibilidad intentar que el paciente ingiera alimentos cuando se está muriendo, en cuyo caso trataremos de atender su petición.
8- En cuanto a la higiene, se puede pensar que su aseo y el de su cama es una molestia para el paciente, sin embargo el aseo del paciente terminal permite entrar en estado físico con él, y demostrar a través de nuestras manos y palabras la consideración, el respeto por su situación y la ayuda que estamos dispuestos a prestar en los dificiles momentos por los que está atravesando.
Es preciso romper las rígidas normas y permitirle escoger la hora en que prefiere el aseo. En estado agónico mantener los puntos de higiene está totalmente fuera de lugar.
9- Desde el punto de vista ético, no sólo no hay inconveniente en aplicar medidas destinadas a aliviar el dolor, sino que al contrario, es antiético no hacer uso de dichas medidas, aunque ello pueda producir, de manera indirecta, un cierto acortamiento de la vida. Es ético provocar la pérdida de funciones superiores cuando se pretende controlar síntomas adversos.
10- Es importante que el enfermo, en la medida de lo posible participe de forma activa en el proceso de su cuidado, y, en este sentido, la información se convierte en un arma importante; por ello es necesario desterrar las conspiraciones de silencio fraguados por algunos familiares que pretenden negarle al paciente toda la posibilidad de conocer la enfermedad que padecen. Es necesario implicar a la familia en el proceso de información, prestándoles ayuda profesional que les permita afrontar la situación y les facilite la relación con el enfermo.
Nadie tiene derecho a mentir a un enfermo que seria y confiadamente pregunta por su estado, quitándole así la posibilidad de enfrentarse con su muerte.
11- Sólo el paciente y sus familiares más allegados deben tener conocimientos del proceso patológico y su evolución, así como los profesionales que le asisten directamente.
12- La atención espiritual sule quedar descuidada. El médico debe tomar conciencia de que aquellos a quienes cuida no dejan de ser personas en ningún momento, y como tales mantienen sus derechos a seguir viviendo y morir de acuerdo a sus valores y creencias. El permitir al enfermo satisfacer sus necesidades religiosas y ayudarlo, no debe ser objetivo de último momento, sino que ha de estar presente a lo largo de toda la relación profesional.
13- La muerte no es solo un acto del muriente, sino también y sobre todo, es su destino, algo que se hace en él, no que hace él. Lo digno es merecedor de respeto, lo que no es degradante ni vergonzante; en definitiva lo que no hace perder al hombre su condición de tal en el último momento de su existencia. La dignidad en la muerte del paciente en situación de terminalidad ha de ser completa a la luz del respeto que merece todo ser humano, sano o enfermo, y ello implica la necesidad de respetarle sus opiniones; satisfacer su necesidad de seguir viviendo, hasta su muerte, conforme a sus valores y creencias; permitirle morir entre aquellos que les han acompañado en su vida; respetar su intimidad; aliviar su sufrimiento físico y espiritual; en definitiva tratarle humanamente.
14- Las órdenes escritas de no reanimación, siempre y cuando estén basados en criterios clínicos objetivos, y no en criterios emocionales o juicios de valor, puede estar amparado en una práctica lícita, aunque normativamente no reconocida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Infelizmente, acredito que, em nossa carreira profissional, não serão poucas, as situações em que estaremos à frente de casos, com pacientes terminais, é claro que, dependendo da especialidade, isto poderá até ser uma cena diária.
ResponderEliminarCreio que, já nesta fase, ou etapa final da vida, o médico pode assumir, do ponto de vista do paciente, além de um profissional, uma figura de refúgio, ao qual este, busca as melhores condições, ou mesmo mínima, de uma morte digna, indolor e podendo, até certo ponto ser aceitável.